miércoles, 13 de octubre de 2010

MINEROS ATRAPADOS EN CHILE

A las ocho y cinco minutos de la mañana de ayer la inscripción en letra temblorosa y en pintura blanca con el número 622 sobre el tubo amarillo de la perforadora T-130 desapareció. Se la tragó el agujero abierto por la máquina que desde hacía 33 días horadaba la dura roca de la mina San José. Los dos operarios aguantaron la respiración. El resto fue alegría. Sonó una alarma y cientos de bocinas se plegaron. La niebla helada del desierto de Atacama la transmitió en segundos, los familiares de los mineros atrapados se abrazaron: los rescatistas habían llegado al taller. Fue cuatro metros antes de lo previsto. A 33 días, a 622 metros de profundidad, los 33 mineros vieron cómo el martillo logró vencer a la montaña: tenían por fin la vía de salida del centro de la tierra.
La máquina del Plan B había cumplido su misión. Los familiares de los 33 mineros –que aguardaban en fogones y sin dormir en el Campamento Esperanza– se abrazaron. Un grupo subió corriendo el cerro que resguarda el campamento. Allí, desde hace más de dos meses, flamean 32 banderas chilenas y una boliviana en señal de que abajo están los mineros. A los pocos minutos, apareció el ministro de Minería Laurence Golborne. Confirmó la noticia en medio de los abrazos. Las lágrimas, esta vez, eran de alegría.

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